Antes de que internet fuera como ahora (osea, cuando tener ADSL era sólo cosa de uno o dos), me puse en contacto con Master-D. Vino una comercial a mi casa, me invitó a un café cerca y me contó de que iba todo.
¡QUÉ MARAVILLA! Iba a tener plaza, y ¡sin estudiar!
Cuando me dijo lo de los 3.000 Eurazos, pensé, ahí te quedas guapa, yo no firmo contratos extraños.
Le pregunté que si tan buena era Master-D, si ella también estaba opositando, y me dijo que si, que por supuesto, que hacia de comercial para pagar las clases (seguro que la obligaban para no perder su casa o algo). Lo que yo no entendía, era, que si tan buena era la academia, para qué había venido de la capital a mi casa, ¡si ella iba a ser funcionaria! ¡En un par de meses!
Menos mal que la cantidad me echó para atrás, porque si no... la ruina mare!!!
No me dio buena impresión para nada, al contrario, me resultaba como los contratos que te obligan a firmar en Vitaldent para asegurar que pagas (con las financieras, te cojen por los webs para años), aunque no te arreglen la boca... ¡UN ROBO TREMENDO!